Las obras de Jessica Stockholder (Seattle, Estados Unidos, 1959) muestran la compleja relación entre el espacio ilusionista de la pintura y la presencia física de la escultura.
Interesada en el límite de las cosas y en cómo las entendemos, explora esta cuestión con relación a numerosos materiales y su intersección con las posibilidades pictóricas. Ese estado intersticial asienta su trabajo también en la confluencia que se da entre la instalación y la arquitectura, ya que siempre depende del lugar.