Marilén Ribot dirige, produce e interpreta este espectáculo de teatro dirigido al público familiar.
En Japón existe un arte centenario denominado Kintsugi. Cuando una pieza de cerámica se rotura, la reparan con resina y polvo de oro. Así, se convierte en un objeto único, dotado de una nueva estética y un nuevo valor. Gracias a este proceso de separación y transformación, las cicatrices se transmuten en belleza.
Los seres humanos actuamos en la inversa: muy a menudo, por no sufrir, evitamos mostrar nuestras cicatrices escondiéndonos detrás de una coraza. Este espectáculo nos invita a abrazar nuestras heridas y sufrimientos para aceptarlos y embellecerlos.